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Tiedra
Asociación

Nº 6 Nuestras Iglesias

Nº 7 La Ermita de la Virgen de Tiedra

Nº 9 La Peña del CHIGRE

 NUMERO 6 (Nuestras Iglesias)

IGLESIA PARROQUIAL .- "EL SALVADOR"

Se trata de una iglesia del siglo XVI y principios del siglo XVII , de una sola nave, cubierta con par hilera, actualmente revestida de material moderno. Por medio de un arco triunfal de medio punto, se accede a la capilla mayor, adornada con crucería estrellada, de la primera mitad del siglo XVI. Esta capilla mayor se apoya al exterior en contrafuertes prismáticos adosados al muro. La sacristía se cubre con bóveda de arista. A los pies, se sitúa la espadaña, que es de un cuerpo de piedra, con caracol de subida.

El cuerpo de la Iglesia, según consta por los pagos realizados a los canteros, se termina en 1.616. La capilla mayor, como ya se hace constar, es de la primera mitad del siglo XVI

INTERIOR

Lado del evangelio

Retablo Rococó, del siglo XVIII, con escultura en madera policromada de San Antonio de Padua.

Retablo barroco del siglo XVII, con las esculturas de la misma época de Santiago Matamoros y Virgen del Carmen. En el ático, relieve de la Dolorosa, de un escultor innominado de Medina de Rioseco. Este retablo se dona en 1.779. Escultura en madera policromada de una Santa, sin atributos que permitan su identificación, del siglo XVIII.

Presbiterio

Retablo mayor del primer cuarto del siglo XVII, de traza "manierista". En el banco, sagrario aprovechado, también de principios del siglo XVII, con los relieves de San Juan Bautista y San Juan Evangelista. Su estilo es diferente del resto del retablo, denotando mayor nerviosidad y movimiento. Podrían ser atribuidos al círculo de Toro. Sebastian de Ucete y Esteban de Rueda, de los que se conservan diversas obras en la comarca, y también en esta iglesia de "El Salvador", como veremos más adelante.

En el primer cuerpo se encuentran las esculturas de San Pedro, Dolorosa, ambas del siglo XVIII, y San Blas del siglo XVII.

En el segundo cuerpo, relieves de la época del retablo que representan a un Santo Jesuita orando, probablemente San Ignacio de Loyola, y a San Estanislao de Kostka.

En el centro, escultura del Salvador, que será la que se paga en 1.729 al escultor vallisoletano Antonio de Gautúa, y se instala al año siguiente.

Parece un retablo aprovechado de un edificio jesuítico, dadas la advocaciones de los relieves. En 1.731, se paga la añadición de un pedestal en medio de los dos cuerpos, seguramente para darlo mayor altura, porque el retablo no coincidía con las dimensiones de la capilla mayor.

Lado de la Epístola

Retablo hornacina, en piedra, de finales del siglo XVI. Su traza es de estilo herreriano.

Presenta un arco de medio punto flanqueado por dos pilastras dóricas que soportan un frontón partido por escudo. Se remata con bolas sobre pirámides. En el centro del frontón, se encuentra una inscripción dedicatoria a D. Pedro Alderete y su mujer Mari Pérez.

En la hornacina, se sitúa un Cristo de finales del siglo XVI. Es escultura de primera calidad, de cuerpo hercúleo, muy bien modelado. La cabeza, inclinada sobre el pecho, presenta corona de espinas tallada. Todo ello dentro de un buen estilo manierista. El fondo de la hornacina tiene pinturas de la Virgen, San José, Sta. Teresa y S. Isidoro de escaso interés.

A los pies, escultura de barro cocido de la Cabeza de S. Pablo. Procede de la desalojada iglesia de San Pedro. Pertenece a la prolífica serie de cabezas de santos degollados, enraizadas dentro de la estética barroca. Se ha atribuido al escultor Felipe de Espinabete, dadas las analogías entre la misma y otras cabezas firmadas por el autor.

 

Retablo barroco, del siglo XVII, con una buena escultura en madera policromada de San Antonio Abad, de principios del siglo XVII, adscrito a la tan mencionada escuela de Toro.

 

IGLESIA DE

SAN PEDRO

Esta iglesia está cerrada al culto. Se ha desmantelado su ajuar.

Es una iglesia del siglo XVI, de dos naves separadas por arcos escárzanos, aportados en pilares cilíndricos. Va cubierta con par hilera en capilla mayor y a una vertiente de madera en la nave lateral. La capilla mayor se abre por medio de arco de medio punto, apoyado en columnas toscanas adosadas a los muros.

El ábside se cubre con bóveda gallonada del siglo XVI, cuyo tramo recto anterior lleva cañón con lunetas y yeserías barrocas.

La portada de medio punto, se sitúa en el lado de la epístola.

Al exterior, el ábside de la capilla mayor tiene sillería muy bien escuadrada, aportado por contrafuertes adosados.

A los pies, se sitúa la espadaña, de cuerpo en piedra, con dos huecos de medio puntos para las campanas.

Hacia el interior la galería del campanario apoya en repisas de piedra.

Actualmente esta iglesia presenta un aspecto ruinosa, habiendo desaparecido gran parte del tejado. Pero cabe destacar la existencia de un "Lucillo Sepulcral", y una escultura de San Pedro en cátedra (hoy en la iglesia de El Salvador). Pero sin embargo, no parece ser ésta la obra citada, ya que su estilo parece hacer verosímil su clasificación dentro del siglo XVIII. Porque en los "Libros de Fábrica de San Pedro", en 1.780 se refleja que son retocadas las dos imágenes, la de San Pedro y la de Nuestra Señora del Carmen.

Al lado del Presbiterio, nos encontramos un "LUCILLO SEPULCRAL" de medio punto, con pintura al fresco al fondo, del patrono de esta iglesia,D. Pedro Martín Villamediana. Lleva la inscripción siguiente: "ESTE SEPULCRO MANDO HAZER DON PEDRO MARTIN VILLAMEDIANA, PROVISOR, VICARIO GENERAL DE ESTE OBISPADO, PARA LA TRASLACIÓN DE HUESOS DE SUS PADRES, PARA SI Y SUS HEREDEROS, BIENHECHOR DE ESTA YGLESIA, AÑO DE 1.732. FALLEZIO EL DE 1.733".

 

 IGLESIAS DE

SAN MIGUEL Y SANTA MARÍA

 

La iglesia de San Miguel, actualmente está convertida en panera para usos agrícolas. Conserva los muros, de los que el del lado del Evangelio, dispone de canecillos para soporte del alero, que fueron clasificados de románicos, aunque más bien hay que considerar que son del sigloXVI, momento en que se construía la iglesia. A los pies, se halla la espadaña, de un cuerpo en piedra, similar a las existentes en las otras iglesias de la población.

Debemos recordar que Tiedra tuvo una cuarta iglesia de la que hoy no queda ningún resto; es la Iglesia de Santa María, pero gracias a los archivos parroquiales podemos dar fe, por los libros de fábrica de ésta. Por lo que podemos saber que en el inventario de 1.748 se citaban, aparte del altar mayor, el de San Francisco de Sales, el del Santo Cristo, el de Santa Agueda y el de Santa Ana, todos ellos desaparecidos, como también el templo que llevaba la denominación de SANTA MARIA DEL CASTILLO.(artículo recogido de trabajo de Pablo García Argüello)


Numero 7

(Por Pablo Garcia Argüello)


ERMITA DE NUESTRA SEÑORA DE TIEDRA VIEJA

Desde siempre se ha creído que el lugar en donde se asienta esta ermita, fue el primitivo núcleo de la población, lo que queda corroborado por los hallazgos allí encontrados. La imagen de Nuestra Señora de Tiedra presenta una devoción primordial entre las gentes de la comarca comprendida entre Toro y Mota del Marqués.

El santuario fue reedificado a expensas de Don Francisco de Alderte y de su hija Doña Francisca Alderete, a finales del siglo XVI y primer cuarto del XVII. En el testamento de ésta última de 1,624, recogido en uno de los libros de fábrica de la iglesia de San Miguel, expresa su deseo de ser enterrada allí.

La portada principal se ha desplazado a los muros exteriores . Se organiza por medio de una portada de medio punto, flanqueada por pilastras toscanas. Encima de la portada se encuentra la espadaña de dos cuerpos con huecos de medio punto para las campanas, Los remates son los usuales de bolas sobre pirámides.

La entrada al patio se ha procurado realzar, partiendo el zaguán en tres tramos, a modo de naves, cubiertas las laterales con dos bóvedas de arista y la central, con cúpula y arista.

El patio es de la época, con dos pisos de arcadas de medio punto sobre pilares, del siglo XVI, en torno al cual se encuentran las dificaciones de la antigua hospedería edificada por la familia Alderete.

También es posible que date del momento, los muros de la iglesia. Pero el grueso del edificio, fue reedificado en el siglo XVIII, a juzgar por su estilo, dado que no lo podemos corroborar por falta de documentación.

Del patio se pasa a la iglesia por una sencilla portada adintelada con hornacina encima, flanqueada por pilastras toscanas, que debe datar de principios del siglo XVII. En el interior, podemos distinguir dos partas, la Iglesia y la Capilla Mayor.

La iglesia propiamente dicha, está integrada por cuatro tramos
cubiertos con yeserías de formas quebradas del siglo XVIII. Coro alto a los pies; y al lado del Evangelio, balconcillo con órgano rococó; púlpito del siglo XVIII, con balcón de hierro forjado, y en éste un Crucifijo del siglo XVI. Una reja de hierro forjado del siglo XVIII, separa la Capilla Mayor del resto de la iglesia.

La Capilla Mayor
El profesor Martín González, la ha clasificado como muestra de
CAPILLA BARROCA CON CAMARÍN ABIERTO.

Consta de un primer espacio cubierto con cúpula rebajada decorada con pinturas de época. Las pechinas presentan imágenes de los cuatro Evangelistas. A continuación sigue el camarín de la Virgen. Como obra de la primera mitad del siglo XVIII, presenta toda la riqueza decorativa característica del estilo del momento.

También es característico del momento la programación de la
decoración iconográfica mezclando las diversas artes plásticas; toda la
iconografía es dedicada a la Virgen.

En los muros, se han pintado frescos con los Misterios de Nuestra Señora. Encima se eleva un cúpula sobre pechinas, integrada por elementos divididos por nervios. Cúpula, pechinas, y arcos torales presentan una copiosa decoración en escayola policromada.

A los lados de las ventanas hay grandes volutas de rameados. En la pechinas se figuran:
“LOS DESPOSORIOS, LA VISITACIÓN A SANTA ISABEL, LA ANUNCIACIÓN Y EL NACIMIENTO”. Entre los elementos de la cúpula, labores vegetales, niños, etc., coronándose la clave con la imagen de EL ESPÍRITU SANTO.

El retablo que tenemos en esta capilla, es Salomónico, de tipo
baldaquino, con altares abiertos a sus cuatro frentes, que pueden datar de
principios del siglo XVIII. Presenta las esculturas de la VIRGEN DE TIEDRA, de vestir, en el primer cuerpo; SAN JOSÉ CON NIÑO y DOS ÁNGELES en el segundo, todos ellos de la misma época.


Numero 9

LA PEÑA DEL CHIGRE (I)

Estas memorias sobre la Peña del Chigre fueron escritas por mi padre, poco tiempo antes de su muerte, con el ánimo de colaborar en la revista El Tayo, de la cual fue siempre un asiduo lector, como lo fue también, a lo largo de su vida, de cualquier noticia relacionada con Tiedra. Tengo la impresión de que el manuscrito que dejó es sólo una especie de esbozo o aproximación al tema y que, por desgracia, no pudo dejarlo en la forma definitiva, seguramente más rica en detalles y anécdotas, que a él le hubiera gustado. El rápido desarrollo de su enfermedad no lo hizo posible. Aun así no he dudado en poner el texto a disposición de Amallóbriga, incluyendo reproducciones de programas originales, así como de fotografías sacadas del álbum familiar en donde aparecen personas que no siempre he logrado identificar. Espero que el lector me disculpe por ello entendiendo que en mi ánimo siempre ha estado el cumplir con lo que sin duda era el deseo de mi padre: entretener a unos y despertar recuerdos en otros. ¡Arriba el telón!.

 

La Peña del Chigre estaba integrada por un grupo de personas, casi todos mayores, casados, de distintos oficios y profesiones, unidos por una sincera amistad que ha perdurado en el tiempo, manteniendo vivos esos lazos entre pocos que ya quedamos y en el recuerdo inolvidable para los que nos dejaron.

Fuimos muchos los que, en el transcurso de aquellos años, participamos en las actividades de la Peña, unos más asiduamente, otros compartiendo con nosotros frecuentemente las tertulias en el local y colaborando en todas las actuaciones que se organizaban. Intentaré recordar a todos, aunque después de tantos años alguno puede quedar oculto entre las sombras de mi memoria: Aurelio Domínguez, Basilio Gutiérrez, Dionisio Marcos, Román Argüello, Antonio Sobrino, Santos Nieto, Custodio Blanco, Joaquín Rodríguez, Ovidio de Abajo, Ramón Hernández, Isidro Rodríguez, Porfirio Domínguez, Carlos Carmuega, Antonio Becerra, Pascual Pinilla, Jesús Martín, Abilio Vecino y Pedro García.
Tenemos que destacar aquí a todas las chicas que intervinieron en las representaciones teatrales, cuyos nombres figuran en los “Repartos” que se reproducen al final de la reseña de cada obra, en los que aparecen también otros que actuaron como actores o colaboradores.

Hubo otros que vinieron a establecerse en el pueblo y después de cierto tiempo volvieron a marchar, entre los que recuerdo a Dionisio Gamazo, fabricante de quesos, Oriente Gutiérrez de máquinas aventadoras, Agustín González, representante de comercio y paquetería, quienes durante el tiempo que permanecieron con nosotros se integraron en la Peña.

Quiero cerrar esta relación con el recuerdo para Diego Fernández y Santos San José, en aquellos años unos chavales, que hacían los recados y nos ayudaban en todas las tareas propias de su edad.

Año 1947
Don Juan Tenorio

Lo del teatro surgió medio en bromas, dada la edad ya madura de muchos y la circunstancia de que ninguno antes habíamos subido a un escenario; pero pronto lo tomamos en serio y puestos a elegir nos decidimos por el “Tenorio” tras sopesar las grandes dificultades que su puesta en escena iba a representar, no solo por el verso sino por lo que se refería a la decoración y al vestuario. Era nuestro propósito que si la obra se ponía tenía que ser dignamente trayendo de Valladolid cuanto hiciera falta y dedicándonos de lleno a su preparación para no defraudar al público. Una de las mayores dificultades que hubo que vencer fue adaptar los decorados del Teatro Calderón de Valladolid a las dimensiones, mucho menores, del Salón X. Aquí hay que destacar la labor de Faustino Fernández, tan hábil para todos estos menesteres, que con la ayuda de todos consiguió colocar los decorados por el orden en que tenían que aparecer para que el cambio de los mismos no hiciera demasiado largos los entreactos.

La obra se representó el día 9 de Noviembre a las 6´45 de la tarde con un lleno absoluto y se repitió unos días después a petición del público, viniendo mucha gente de los pueblos colindantes.
El reparto de la misma fue el siguiente:
Doña Inés de Ulloa, Rosita García; Brígida, Pepita Marcos; Doña Ana de Pantoja, Agustina Rodríguez; La Abadesa de la Calatravas, Paquita Pérez; La Tornera, Socorrito Centeno; Lucía, Paulita Gutiérrez; Don Juan Tenorio, Pedro García; Don Luis Mejía, Ramón Hernández; Don Gonzalo de Ulloa, Carlos Carmuega; Don Diego Tenorio, Custodio Blanco; Butarelli, Ovidio de Abajo; Ciuti, Santos Nieto; Capitán Centellas, Dionisio Marcos; Avellaneda, Román Argüello; Un escultor, Custodio Blanco; Pascual, Antonio Sobrino; Gatón, Abilio Vecino; Apuntador, Emilio García.

 

 

 

 

Representación del Tenorio en San Pedro de Latarce

Animados por unos amigos de San Pedro de Latarce y aprovechando que aun teníamos los decorados y el vestuario, el domingo siguiente pusimos allí “El Tenorio”.
El viaje lo hicimos la mayoría en un carro con toldo del amigo Joaquín, aunque buena parte del camino se hizo a pie o en bici. Las chicas fueron por la tarde en los coches de Jesús y Carlos. En la parte trasera del carro llevábamos las estatuas que aparecen en la escena del cementerio.
La entrada en San Pedro fue espectacular. Llegamos en el momento que la gente salía de misa y al vernos llegar de aquella manera en un carro y con las estatuas a la vista se acercaban a nosotros y toda la chiquillería iba gritando “¡ya están aquí los cómicos!” mientras nos seguían hasta el local. Una vez allí, la ardua tarea de montar el escenario en un espacio más pequeño que el de Tiedra. Se nos ofreció toda clase de ayuda, tanto por las autoridades y amigos, como por otros vecinos que años atrás habían representado allí el “Tenorio” y que con nostalgia nos contaban detalles de los personajes que hicieron entonces. La sala hasta rebosar y una gran acogida de público a la obra, nos compensó de aquel viaje del que guardamos un grato recuerdo.

Año 1948
Los Gavilanes
(En función benéfica)

Ese invierno no paramos, terminadas las representaciones del “Tenorio” en el mes de noviembre, programamos para primeros de enero volver a escena, esta vez con una zarzuela, lo que suponía un auténtico reto, que asumimos eligiendo la popular obra “Los Gavilanes”. El empeño no era fácil pues había que contar con las voces y la música adecuada.
Para lo primero confiamos en Leopoldo Bueno, que vivía en Madrid, y en Román Argüello que cantaba muy bien y resolvieron con gran solvencia los dos principales personajes masculinos. En cuanto a Leopoldo tuvo que aprenderse allí el papel y vino para los últimos ensayos.
Para la presencia femenina contamos con la colaboración de Pili Pinilla, profesora de música, con una magnífica voz, que se desplazó desde Valladolid, a la que hizo réplica en el segundo papel Mª Manuela Alonso que no desmereció en absoluto de su compañera en escena.
La parte musical estuvo a cargo de Paquita Alvarez, profesora de piano, que llevó todo el peso de los ensayos, sobre todo con los coros que hubo de acoplar hasta armonizar las voces de sus componentes, obteniendo con su paciencia y buen hacer un resultado más que aceptable. Para acompañar a Paquita vino de Valladolid con su violín el Maestro Mariano de las Heras, que fue durante muchos años uno de los más prestigiosos profesores de aquella ciudad donde recibió numerosos homenajes. Su presencia aquí se limitó a los últimos ensayos y a los días de representaciones que tuvieron lugar con gran éxito los días 6 y 7 de enero y hubo que repetirla el día 10 con asistencia máxima de público.
Hacía falta mucho entusiasmo y mucha colaboración de todos para en dos meses escasos montar aquella zarzuela que requirió la participación de personas que no vivían en el pueblo y al propio tiempo organizar una cabalgata de Reyes para el día 5 de enero, víspera de la puesta en escena de la obra. Al igual que en otras ocasiones los decorados y vestuario se trajeron de Valladolid, así como las antorchas y cuanto se necesitó para la cabalgata.
El reparto de personajes y actores fue el siguiente:
Adriana, Mª del Pilar Pinilla; Rosaura, Mª Manuela Alonso; Renata, Mª Santos Argüello;Leontina, Rosita García; Nita, Sebastiana Sobrino; Emma, Laura García; Aldeanas: Agustina Rodríguez, Agustina Sobrino, Paulita Gutiérrez, Lolita Cacho, Socorrito Centeno; Juan, Leopoldo Bueno; Gustavo, Román Argüello; Clariván, Pascual Pinilla; Camilo, Pedro García; Marcelo, Ovidio de Abajo; Jorge, Santos Nieto; Antón, Dionisio Marcos; Triquet, Carlos Carmuega. Dirección escénica: Sr. Becerra. Dirección musical: Srta. Paquita Alvarez. Tramoyista: Sr. F. Fernández.

La Cabalgata de Reyes

Al anochecer del día 5 se llevó a cabo la Cabalgata. Creo recordar que fueron Basilio, Dionisio y Custodio quienes representaron a los Magos de Oriente. Estos con sus pajes y acompañamiento debidamente ataviados, sin que faltara un pequeño rebaño de ovejas, que conducía como pastor el Sr. Aurelio Domínguez, recorrieron las principales calles del pueblo dirigiéndose a la iglesia de San Pedro, entonces parroquia, siendo recibidos por el párroco, el inolvidable Don Dictinio, que dio a adorar al Niño Jesús, a la vez que se cantaban villancicos. Terminada esta breve pero emotiva ceremonia, se regresó al Salón X para proceder al reparto de los juguetes adquiridos por la Peña para los niños necesitados y, al propio tiempo, de los regalos de todos los demás, que los padres habían depositado previamente en el Ayuntamiento con indicación del nombre a quien correspondía. La ilusión de los pequeños fue emocionante, nunca habían visto de cerca unos Reyes de Oriente, pues en aquella época no había televisión y a juzgar por la expresión de sus rostros, les quedaría grabado aquel momento de recoger su juguete y recibir las caricias de los Magos.

Un alto en el camino
Ese es el título de la obra que representamos el día 1 de febrero, solamente 20 días después de la última puesta en escena de “Los Gavilanes”. Una comedia dramática en verso, original del Pastor Poeta, de ambiente labrador, que volvimos a repetir el día 22 de ese mismo mes. Al final se remató la actuación con un bonito fin de fiesta en el que se interpretó el cuadro de “Las Espigadoras” de La Rosa del Azafrán y el número de “Las Encajeras de Almagro” de la revista “La Blanca Doble” muy popular en aquellas fechas.
El reparto fue el siguiente:
Rosalía, Rosita García; Soledad, Mª Santos Argüello; Juana, Sebas Sobrino; Teresa, Laura García; Catalina, Agustina Sobrino; Inés, Mª Manuela Alonso; Coralita, Paulita Cuadrado; Triana, Lola Cacho; Mimí, Mª Francisca Marcos; Juan Francisco, Pedro García; Sebastián, Antonio Becerra; Tomiza, Carlos Carmuega; José, Ovidio de Abajo; Juan Ramón, Santos Nieto; Ballester, Pascual Pinilla; Rufino, Dionisio Marcos; Pepe Luna, Custodio Blanco; Ligero, Antonio Sobrino. Apuntador: Sr. Lorenzo. Dirección musical: Srta. Alvarez.

Año 1949

No recuerdo exactamente qué año comenzamos a organizar las corridas de novillos. El primer antecedente escrito aparece en el programa del Ofrecimiento del año 1949 ( el más antiguo de los que conservo) con corridas de los días 12 y 13 de septiembre y otra extraordinaria el 18 del mismo mes, con reses de Joaquín Miranda de Cerecinos de Campos, y actuando como novillero Jesús Acebes “Mozo” con su cuadrilla. El día 13 se celebró una charlotada en la que lidiaron una becerra, con gran regocijo del público, Aurelio Domínguez “Correndero”; Basilio Gutiérrez “Restricción” y Abilio Vecino “Cagancho”. El apodo taurino “Restricción” se le dio a Basilio por ser el electricista del pueblo en aquellos años de frecuentes restricciones de luz. En la corrida extraordinaria del día 18 fue una novedad la inclusión en el cartel del niño de este pueblo Isidrito Rodríguez de 11 años, que se las entendió con una brava becerra a la que toreó y dio muerte.

 

La Rosa del Azafrán

Animados por el resultado de la representación de “Los Gavilanes” nos propusimos poner en escena otra obra lírica y elegimos “La Rosa del Azafrán”. Antes de empezar los preparativos estuvimos a punto de desistir y poner “Molinos de Viento” porque no hubo manera de encontrar la partitura en Valladolid. Aquella dificultad parecía insalvable, la resolvió Antonio Becerra, un médico casado en Tiedra, todo simpatía y buen humor, que se ofreció para ir a Madrid a buscar la partitura, y así lo hizo. Se fue directamente a la Sociedad General de Autores y allí mismo se la facilitaron, llamándoles la atención que desde un pequeño pueblo de Castilla se desplazaran hasta Madrid en busca de una partitura.
Para interpretar el principal papel trajimos de Valladolid al barítono David del Barrio y para acompañar a Paquita en el piano al violinista Amancio Martín, que fue director de la Banda de Música de Portillo y que por entonces se encontraba en Mota del Marqués, donde formó un grupo musical con jóvenes de la localidad.
Si con dificultades empezó la obra, no menos hubo que vencer para ponerla en escena. David del Barrio quedó en venir el día 8 de diciembre en el coche de línea. El conocía bien el papel, que había representado en varias ocasiones y consideró que con un par de ensayos sería suficiente para garantizar su actuación, como así fue.
Pero ese día amaneció con una gran nevada y el coche de línea no salió dado el estado de las carreteras. Ello hizo que nos arriesgáramos nosotros a ir a buscarle a Valladolid, pese al riesgo que suponía quedarnos en el camino, como al final ocurrió. Jesús Martín se prestó a llevarnos en su coche de punto, era un entusiasta de la Peña, pues de otro modo no se hubiese comprometido en aquel viaje. Salimos después de comer y con gran dificultad conseguimos llegar a Vega, allí estaban parados varios coches que no habían podido seguir adelante. Paramos en el bar que había a la entrada y allí nos hicieron ver la imposibilidad de continuar ya que todos ellos se habían tenido que volver. A pesar de aquellas advertencias intentamos seguir y conseguimos recorrer unos dos kilómetros abriendo camino, hasta llegar a un punto en el que el viento había acumulado montones de nieve y en uno de ellos quedamos atrapados. A duras penas conseguimos dar la vuelta al coche que patinaba y hubo que poner ropas viejas debajo de las rudas y cogiéndole medio en volandas salimos de aquella situación y regresamos a Vega ya anocheciendo y de allí a Tiedra.
El día siguiente amaneció soleado. Habían empezado a circular vehículos que marcaron sus roderas por las que se podía circular no sin dificultad al principio, pero ya en la carretera de la Coruña se pudo seguir sin problemas hasta Valladolid, de donde regresamos sin pérdida de tiempo con David del Barrio pues esa misma tarde teníamos el ensayo general.

David se adaptó perfectamente al resto de los actores. Destacó el coro de “Las Espigadoras” al que realzaron con su colaboración Ramonita Tabarés y Paulita Cuadrado.
Las representaciones tuvieron lugar los días 10 y 11 de diciembre con el siguiente reparto:
Sagrario, Cari Domínguez; Catalina, Angelita Castaño; Custodia, Maruchi Alonso; Dominica, Chelo Martín; Lorenza, Pepucha Alonso; Mozas: Lolita Cacho, Atilanita Rodríguez, Paquita Cuadrado; Juan Pedro, David del Barrio; Don Generoso, Antonio Becerra; Moniquito, Ramón Rodríguez; Carracuca, Santos Nieto; Miguel, Ovidio de Abajo; Micael, Pedro García; Quilino, Porfirio Domínguez; Carmelo, Antonio Sobrino; Francisco, Isidro Rodríguez; un mendigo, Basilio Gutiérrez; Mozos: Pascual Pinilla, Román Argüello, Carlos Carmuega y Dionisio Marcos. Niños: Paquito Baraja, Angelito Nieto, Fernandito Alonso, Medardito Alonso, Nemesín Moretón, Antoñito Rodríguez. Apuntación: señores Pinilla y García. Transpunte: C. Blanco. Escenografía: Teatro Calderón de Valladolid. Atrezzo: F. Fernández.

 

 

 

 

Año 1950
Excursión a Cerecinos

La camioneta de Joaquín

Invitados por Joaquín Miranda, ganadero que durante muchos años trajo el ganado bravo a las fiestas, fuimos a pasar un día en su finca de Cerecinos, provistos de todos los utensilios necesarios para preparar allí una gran paella que el Sr. Aurelio y Ramón se encargaron de cocinar. Pasamos un buen día comiendo bien y corriendo unas vaquillas en los corrales de la finca. El viaje le hicimos la mayoría en la camioneta de Joaquín Rodríguez y cuando faltaban unos dos kilómetros para llegar a Villalpando, vimos con sorpresa que una de las ruedas traseras del vehículo iba rodando delante del mismo. El susto fue mayúsculo, instintivamente los que íbamos de pie nos echamos sobre los que iban sentados y momentos después un golpe seco del eje de la rueda sobre el asfalto quedando escorados sin llegar a volcar. Esta avería hizo que tuviéramos que seguir a pie hasta la finca, que no estaba lejos, a través de un camino. La peor parte fue para Joaquín, que hubo de quedarse en Villalpando con algunos que le acompañaron para que le arreglaran la camioneta..

 

La muleta de Isidro

A la caída de la tarde regresamos a Villalpando a pie. Tuvimos que esperar algún tiempo hasta que llegó la camioneta y dejamos todo el equipaje en un bar de la plaza. Cuando volvimos a recogerlo faltaba la muleta que Isidro había llevado para la tienta. Pensó, como así sucedió, que tendría la oportunidad de recuperarla en las próximas del pueblo.
Llegado el primer día de la fiesta, 15 de agosto, nos desplazamos los dos por la mañana, él en bicicleta, yo en un pequeño velomotor.
Nada más llegar a la plaza, donde iban a soltar unas vaquillas antes de comer, me dijo: “ya encontré la muleta” y se dirigió al de la muleta diciéndole que esa muleta era suya y que se la había quitado en tal fecha y sitio, por lo que el hombre, que en un principio quiso negar, ante la resuelta actitud de Isidro, no tuvo mas remedio que reconocer el hurto y la devolvió con unas absurdas disculpas desapareciendo a continuación de nuestra vista.

Toros

Un año más la Peña, en sociedad con Isidro, organizó las corridas de novillos en el Ofrecimiento los días 11 y 12 de septiembre. Me limitaré a copiar la última parte de la reseña que hizo “El Norte de Castilla” y que, tras detallar todos los actos y festejos, terminaba así:
Ha destacado en las fiestas la simpática y animada peña del “Chigre” presentando su local con una vistosa instalación de estilo andaluz y una fuente de chorro constante de vino blanco y limonada fresca con la que, generosa y gratuitamente, obsequiaban a cuantas personas les visitaban en el local.
El Salón X con sus atracciones de varietés han rivalizado en proporcionar animados espectáculos de este género.
Terminadas las fiestas la Peña invitó al Ayuntamiento y demás autoridades civiles y militares a una merienda en el monte de San Cebrián pasando una tarde muy agradable.

Pedro García García

(continuara)


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